“Ya hemos visto que todo poder viene de
Dios….Los príncipes actúan, como servidores de Dios y son sus administradores
en la tierra….Por ello el trono real no es trono de una persona, sino de Dios
mismo…..De todo ello se desprende que la persona del rey es sagrada, quien la
taca, comete un sacrilegio.
Aunque su poder viene de arriba, los
reyes, no deben creer que sean dueños de él, para usarlo a su arbitrio. Más
bien deben emplearlo con recato y reserva, como algo que Dios les ha confiado
y, por lo cual van a tener que responder ante Dios.
El poder real debe ser absoluto…sin este
poder absoluto, el rey, no puede realizar lo bueno, ni reprimir lo malo; su
poder debe ser tan grande que nadie puede tener la esperanza de escapar de ´le”
(Jacobo Bossuet)
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